Dos estadounidenses viven una aventura afuera del Estadio Azteca
- Ángel Armando Castellanos
- 12 jun 2017
- 2 Min. de lectura

Ni su exitosa historia ni su mentalidad triunfadora. El resultado dice que Estados Unidos empató dentro del Estadio Azteca. Afuera la derrota provocó carcajadas en dos estadounidenses. Roberto y Kathy llegaron tarde. Faltaba muy poco para que arrancara el partido. Roberto apenas habla español y Kathy ni lo intenta. Ambos pasan de los 60 años y llegaron de Boston el jueves. "Podríamos estar en Cancún ahora", aseguró a Factor Cuatro Roberto, nacido en El Limón, Costa Rica, pero radicado en Estados Unidos hace 40 años. Era la primera vez que Kathy venía a México, su compañero tenía 20 años sin hacerlo. No tenían boleto y querían entrar sí o sí al Estadio. "Quisimos venir a ver el juego.
Nos emociona", comentó Roberto. El primer tiempo lo pasaron frente al acceso principal esperando a un revendedor que pudiera darles lo que necesitaban. No lo lograron. Ambos estaban desesperados. "Trump didn't have tickets", reclamó Rob. Un aficionado consideró que dadas las circunstancias era casi imposible conseguir la entrada al inmueble. "Nothing es imposible", respondió el "tico". Minutos después recordó el Aztecazo de 2001.
"Medford medió los dos goles, pero el mejor fue Rolando Fonseca", explicó con español lleno de acento estadounidense. Después de varios minutos en los que además, Kathy buscó con urgencia un baño -para su fortuna, la tienda Nike estaba abierta y le permitieron usar el sanitario exclusivo para empleados- entendieron que ni su mentalidad ni los dólares que pudieran traer les servirían para entrar a ver media hora del encuentro. Ambos aceptaron buscar una pantalla para esperar un tercer Aztecazo.
Esperaban una pantalla grande. No tenían idea del marcador. Se enteraron del 1-1 en un puesto de playeras piratas iluminado por una planta de luz que desprendía un fuerte olor a gasolina. Suspiraron varias veces con las fallas de los mexicanos. Se miraron incrédulos cuando el aire amenazó con volar el puesto y los brazos de sus encargados lo evitaron. "A pesar de no haber entrado, nos divertimos mucho, gracias", dijo Roberto mientras esperaban que pasara la lluvia para tomar un taxi y volver a su hotel.
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